La geografía clásica: regiones y paisajes

lunes, 6 de diciembre de 2010

En los últimos decenios del siglo XIX comienza a surgir una reacción contra el positivismo y el naturalismo. En geografía esto coincide con una fuerte crítica de las hasta entonces exitosas ideas ambientalistas provenientes de autores como F. Ratzel. La separación conceptual entre naturaleza y espíritu y correlativamente entre ciencias naturales y ciencias sociales se acentúa, lo que afecto al núcleo de la formulación geográfica como una ciencia puente centrada en las relaciones hombre – medio.
Como alternativa comienza a configurarse una nueva geografía que tendrá como conceptos centrales los de región y paisaje. Se afirma el carácter concreto (idiográfico) de la geografía frente a las pretensiones generalizadoras (nomotéticas) del ambientalismo y cobran mayor fuerza las explicaciones de tipo historicista y el inductivismo como método de conocimiento. Los protagonistas de esta verdadera transformación conceptual serán Alfred Hettner en Alemania, Paul Vidal de la Blache y Lucien Febvre en Francia y más tardíamente Carl Sauer y Richard Hartshorne en Estados Unidos, donde la tradición ambientalista tuvo un mayor arraigo.
Sin embargo la geografía regional y la geografía del paisaje se configuraron de forma independiente y en parte enfrentada. Puede decirse que mientras la geografía ambientalista configuraba una ciencia – relación centrada en la interacción entre los grupos humanos y el medio físico, la geografía regional configuraba una ciencia – método (la geografía como punto de vista). La geografía del paisaje se desarrollaría en cambio de una forma más ortodoxa como una ciencia – objeto (el paisaje como producto material o reflejo de un grupo humano).
Alfred Hettner (1859-1941) es quien da forma, de modo más sistemático, a la geografía regional. Para Hettner el estudio de la historia de la geografía mostraba la existencia de dos conceptos de esta ciencia. La de Erdkunde, es decir, la geografía como geografía general, y el de la Landerkunde o enfoque regional o corológico. Si anteriormente había sido posible aceptar a la geografía como una ciencia general de la Tierra, el nacimiento de disciplinas como la geología, la geofísica o la geodesia, hacían imposible esta formulación, con lo que el enfoque regional era el único posible. Así mismo Hettner criticó la definición de Richthofen de la geografía como ciencia de la superficie terrestre, ya que "estudios de la superficie terrestre como tal, es decir, sin tener en cuenta las diferencias locales, no son todavía geográficos". También descarto otras posibles visiones de la geografía como la propuesta de una ciencia del paisaje puesto que “la homogeneidad de la geografía […] no puede, por consiguiente, basarse en la unidad de paisaje, sino que sólo puede ser establecida a partir de la naturaleza interna de regiones, paisajes y localidades” y tampoco era partidario de entender la geografía como una ciencia de las distribuciones espaciales dado que “el dónde de las cosas es –al igual que su cuando, que la distribución y difusión local […]-, una característica, una cualidad de las cosas o fenómenos […] y tiene que ser por fuerza abarcada por las ciencias sistemáticas”. Así pues para Hettner: “únicamente cuando concibamos los fenómenos como propiedades de los espacios terrestres, estaremos haciendo geografía” y la geografía no era por lo tanto ni una ciencia natural ni una ciencia social, sino ambas cosas a la vez ya que “la naturaleza y el hombre forman parte inseparable de la caracterización de las regiones”. En Estados Unidos R. Hartshorne (1899-1992) introducirá, aunque tardíamente las ideas hettnerianas en su influyente obra The Nature of Geography (1939).
Será sin embargo en Francia con Vidal de la Blache (1845-1918) y sus múltiples discípulos (A. Demangeon, E. de Martonne, J.Sion, M.Sorre...) donde se popularizará en mayor medida esta nueva visión de la geografía. La geografía se transformaba en disciplina de los espacios únicos o regiones; en una ciencia de síntesis o en una ciencia que no se definía por objeto sino por su punto de vista. La geografía general se integraba como un simple instrumento preparatorio para realizar la síntesis regional como caracterización de los elementos inorgánicos (morfología, hidrografía, climatología…), orgánicos (fauna y flora) y humanos (poblamiento, población, organización política y económica…) de las distintas regiones. Además esta geografía regionalista será bastante critica con la geografía ambiental de estirpe ratzeliana aunque Vidal no dejará de reconocer y apreciar la obra de Ratzel por “reconstruir la unidad de la ciencia geográfica, sobre la base de la naturaleza y la vida”. Por lo tanto la geografía vidaliana no renunció en absoluto a la tradición ecológica, es decir, a ver al hombre inserto en el medio natural ya que según Vidal “la geografía humana no se opone en sí misma a una geografía de la que excluido el elemento humano; tal cosa no ha existido sino en las mentes de unos pocos especialistas exclusivos”, hecho que se concretó en la propuesta de L. Gallois de conceptualizar las regiones como regiones naturales sobre las que los grupos humanos desarrollarían sus géneros de vida.
Émile Durkheim, creador de la morfología social.
Un importante historiador L. Febvre (1878-1956) será el que se encargará de “triturar” finalmente el ambientalismo en su obra La tierra y la evolución humana (1922). Febvre además será el introductor de la doctrina posibilista, es decir, se encargará de remarcar la libertad relativa de los grupos humanos frente al medio físico y realizará también una importante defensa de la geografía frente a la naciente sociología francesa liderada por E. Durkheim que pretendía sustituir a la geografía por una subdisciplina sociológica denominada morfología social.
Paralelamente a la configuración de la geografía regional, se propone la formulación de la geografía paisajística e incluso para muchos geógrafos se producirá una identificación entre los conceptos de paisaje y región. La propuesta del paisaje como objeto de la geografía está muy vinculado con una profunda corriente cultural del ámbito alemán con precedentes por ejemplo en Hegel. Su incorporación a la geografía se inicia en Alemania, con autores como S. Passarge y O. Schlüter. La geografía del paisaje se preocupa sobre todo por el resultado material de las transformaciones humanas en la superficie terrestre. En Francia fue el discípulo de Vidal, Jean Brunhes (1869-1930) el que primero incorporó a su obra el estudio del paisaje. Brunhes fue el autor del primer manual sistemático de geografía humana publicado en lengua francesa en 1910. En éste, Brunhes centra la atención en los productor materiales y visibles de la interacción entre hechos físicos y humanos: la casa, el camino, el campo de cultivo y la devastación animal y vegetal como resultados del trabajo serían el objeto de la geografía humana. En Estados Unidos las ideas alemanas fueron introducidas en 1925 por Carl O. Sauer. Éste veía a la geografía como una ciencia que estudiaba la morfología del paisaje y especialmente la transformación de los paisajes naturales en paisajes culturales por la acción de las diversas culturas.

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